Page 12 - Otoño 2020
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Special Report
Cuando menos es más: ¡Todo a la vista!
Así, a simple vista: la hora, y detrás, un gran trabajo y esmero por mostrarla de la manera más clara y legible. De igual modo, la carátula es de la más alta calidad para que, mientras las manecillas corren sobre ella, existan los mismos colores, índices y constantes que la hacen ser el perfecto escenario para enseñar lo que el relojero ha inventado debajo de ella para mostrar el paso del tiempo y exhi- bir con exactitud el transcurso de los se- gundos, los minutos, las horas y cualquier aguja o ventana de complicación hasta hoy conocida.
Tenemos también relojes sin carátu- las: desnudas, desintegradas y con poco material, pues en años recientes hemos visto pocas de ellas, pero este 2020 nos confirma la industria que muchos relojes esqueleto llegan mostrando más allá de las manecillas, la hora o la calidad de su carátula, para dejar admirar el esmero en los engranes y sus decoraciones, el escape, la tornillería, los barriletes y los increí- bles movimientos constantes y veloces que guardan.
Los esqueleto son relojes con una máxi- ma complicación de construcción; de he-
cho, el reto de muchos va en dos sentidos: el primero sería lograr hacer el mismo trabajo que un reloj con carátula, pero sin ella, trabajando todos los puentes o ele- mentos que le dan estructura para mini- mizarlos a su máxima expresión, precisa- mente donde lo mínimo es lo máximo del diseño y se pueda ver lo increíble del me- canismo y sus elementos perfectamente decorados, como en el Breguet Extraplat Esquelette, que además buscó ser muy delgado. El segundo reto es conseguir ca- prichosos puentes que mantienen el movi- miento en unidad, como el Pasha de Car- tier nuevo –ilustrado en nuestro pasado ejemplar de agosto–, donde a la manera de la Casa, los mismos numerales son los elementos de estructura y sostén del me- canismo. O igualmente lo podemos ver en la edición limitada de Mido, donde el diseño del “esqueleto” consiste en puentes concéntricos al órgano regulador.
Estamos en una era donde los relojes esqueleto forman parte del arte relojero y patentizan el hecho de que la relojería es mucho más que marcar la hora: es el ensamble de los cálculos matemáticos en hermosas máquinas que nos hipnotizan al descubrirlas trabajando en la muñeca y en
el “pequeño espacio de un reloj”, así como con la velocidad de oscilación, a veces im- perceptible a la vista, de su espiral o el pa- sar de cada tic-tac en el escape.
Menuda tarea hacer un reloj sin carátula para dejar ver los metales que se encuen- tran debajo, donde además debe haber di- seño, construcción y trabajo exacto, pues el ojo será el mejor juez de la estética, aunque el razonamiento siempre lleva a admirar el motor interior de cada reloj.
Cualquiera de ellos, los más industriales o los más artesanales, hacen gala de una pieza especial para quien tiene la fortuna de poder tenerlos, pues en su mayoría, son limitados en número o en tiempo de producción marcando un año específico.
Así, la miniatura de los componentes in- ternos de un reloj, a veces solo visibles a través de la lupa, en su conjunto forman un espectáculo en el que cualquiera cae en trance al verlo funcionar.
En esta era, seguramente tendremos más relojes llevados a la mínima expre- sión en sus piezas, pero a la máxima de ser un objeto arte que no se puede dejar de observar, hasta el punto de que a veces quedan sobrando las manecillas y la hora, para pasar directamente a entender lo que sucede en la sorprendente mecánica que parece tener vida.
Deje que su vista quede conquistada por uno de ellos y no querrá dejarlo, para vol- verse un ejemplar de diario, que expresa- rá como ningún otro su alta valoración de la relojería mecánica.
Manuel Mejía
10 WATCHES WORLD