Lo primero que tenemos que decir es que al Portugieser de IWC Schaffhausen lo amamos en cualquiera de sus encarnaciones. El Portugieser automático con pequeño segundero, el calendario perpetuo con o sin fases de luna perpetua, el repetición de minutos, el tourbillon manual y qué decir del Portugieser Sidérale Scafusia, entre otros. No por nada es una de las familias más admiradas y exitosas de la Casa suiza. Y entre todos estos modelos, el IWC Portugieser Cronógrafo ocupa un lugar muy especial.
Un cronógrafo para toda la vida
La Ref. IW371605 que presentamos aquí es una de las versiones renovadas del IWC Portugieser Cronógrafo. Por supuesto, mantiene el diseño emblemático con la elegantísima esfera limpia y abierta plateada en una cómoda caja de 41 mm en acero inoxidable. La distribución vertical de los totalizadores es un detalle no único, pero sí muy característico de IWC, con la subacarátula de los 30 minutos del cronógrafo a las 12 horas y el pequeño segundero a las 6 horas, ambos en bajorrelieve.
En el reborde vemos impresa la escala de cuartos de segundo, que permite una lectura precisa de los tiempos de cronometraje y le confiere un sutil toque deportivo. Además, enmarca los números arábigos aplicados y las finas manecillas tipo feuille. Todos estos elementos son de color azul, al igual que la correa de piel de aligátor, por lo que el contraste y la legibilidad son magníficos.
La mayor novedad de esta generación del IWC Portugieser Cronógrafo está en el interior. A la Ref. IW371605 la impulsa el calibre 69355, un movimiento concebido, desarrollado y fabricado en la moderna manufactura de IWC en Schaffhausen. Este mecanismo puede verse a través del fondo transparente. Tiene el clásico diseño de rueda de pilares y un sistema automático de cuerda por trinquete que genera una reserva de marcha de 46 horas. Asimismo, la correa está equipada con el nuevo cierre desplegable de mariposa, que es particularmente cómodo de llevar.
La esencia Portugieser
El Portugieser de IWC Schaffhausen ocupa un lugar de honor entre los relojes nacidos en el siglo XX. La pieza que inspiró la colección moderna ya tenía una estética tan pura como los modelos actuales, y surgió de una forma algo curiosa. En la década de 1930, dos hombres de negocios portugueses encargaron a la Manufactura un reloj de pulsera con la precisión de un cronómetro marino. La solución, presentada en 1939, fue poner el mecanismo de un reloj de bolsillo para cazadores sumamente preciso en una caja de 41.5 mm, un tamaño considerable para la época.
La carátula, abierta y limpia, era similar a las de los relojes de cubierta que IWC hacía para la Real Armada Británica y que eran fáciles de leer, pues también se usaban como instrumentos de navegación. Así nació la referencia 325, con números arábigos aplicados, manecillas delgadas tipo hoja, minutería ferrocarril y pequeño segundero a las 6 horas. IWC la resucitó en 1993 para conmemorar el 125º aniversario de su fundación y la bautizó Portugieser.
Desde entonces, el Portugieser se ha diversificado en varios modelos. Y uno de los más emblemáticos es el Portugieser Cronógrafo que se adapta prácticamente a cualquier muñeca.