Para resumir la importancia del escape y entender por qué mejorarlo ha sido una obsesión entre las marcas líderes de la industria, imaginemos lo que le pasaría al mecanismo de un reloj que no tuviera este componente. De hecho, es muy simple: el muelle del barrilete liberaría toda la energía de golpe y el volante-espiral perdería rápidamente su impulso, por lo que el movimiento se detendría apenas en unos cuantos minutos.
Nos referimos al escape de áncora suizo, cuya primera versión fue inventada en 1754 por el inglés Thomas Mudge. Desde entonces, los relojeros y las manufacturas más importantes, desde Abraham-Louis Breguet hasta Rolex, han dedicado mucho tiempo, talento y recursos para perfeccionar este dispositivo formado por la rueda de escape, el áncora, el puente de áncora y el platillo con su clavija de rubí. Y es que el escape alimenta de energía y mantiene las oscilaciones constantes del órgano regulador; además, recibe de vuelta la división del tiempo del oscilador y la transmite a las agujas mediante el tren de rodaje.
Chronergy
Aunque el escape de áncora suizo es el que se usa en la mayoría de los relojes de pulsera desde hace años por su fiabilidad y precisión, este dominio casi absoluto no lo exime de algunas deficiencias. La más importante es su bajo rendimiento, ya que menos del 40 por ciento de la energía que recibe del barrilete llega al órgano regulador. Este fue uno de los motivos por los que Rolex desarrolló el escape Chronergy, que debutó en 2015 en sus calibres de nueva generación 3235 y 3255, y que es pieza clave de sus movimientos más recientes. Por ejemplo, el Oyster Perpetual Explorer de 2021 está equipado con el calibre 3230 de 2020, que también cuenta con el escape Chronergy.
Rolex asegura que las innovaciones del escape patentado Chronergy permiten mejorar en un 15 por ciento su rendimiento en comparación con un escape de áncora suizo típico. Para lograrlo, la firma modificó varios componentes después de años de investigación y pruebas.
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La rueda de escape es calada para volverla más ligera y reducir su inercia, por lo que no necesita tanta energía cada vez que arranca, y permite una aceleración rotatoria más rápida de todo el escape. Las paletas del áncora son un 50 por ciento más delgadas, mientras que los dientes de la rueda de escape son más anchos; como resultado, las superficies de contacto son dos veces más grandes. También se modificó la geometría de los componentes para que no estén alineados, sino un poco inclinados para incrementar el efecto palanca en el áncora.
Otra modificación esencial del escape Chronergy es que tanto el áncora, como la rueda de escape, son de níquel-fósforo, una aleación antimagnética que se fabrica con el proceso de microfabricación LIGA, que permite el crecimiento de partes metálicas sumamente precisas mediante tecnologías de fotolitografía, galvanoplastia y modelado.
Gracias al escape Chronergy y a la reducción del grosor de las paredes del barrilete para utilizar un muelle real más largo, los calibres de nueva generación de Rolex tienen una autonomía de 70 horas, superior a la de sus antecesores. Además, el escape Chronergy es un elemento fundamental de la certificación de Cronómetro Superlativo que Rolex redefinió en 2015 y que garantiza una precisión de -2/+2 segundos al día, mucho menor que la desviación de marcha admitida por el Control Oficial Suizo de Cronómetros (COSC). Sin duda, se trata de una de las grandes innovaciones de una de las firmas más avanzadas de la relojería.
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