Los motivos asiáticos han sido retomados por Jaeger-LeCoultre en múltiples ocasiones a lo largo de su historia. Relojes especiales en los que se expresa el rico intercambio cultural que existe entre Europa y Asia. Este 2023 la Maison ha decidido retomar esta tradición con dos nuevos relojes Reverso Tribute Enamel decorados con reproducciones en esmalte pintado en miniatura de las obras de Katsushika Hokusai, reconocido como el artista japonés más célebre del siglo XIX.
La innovadora obra de Hokusai destaca porque ha transformado un género centrado en el estilo de vida hedonista de los comerciantes japoneses durante el periodo Edo del siglo XIX en otro más amplio que incluía paisajes, plantas y animales.
Se trata de dos obras reproducidas en los nuevos modelos Reverso Tribute Enamel Hokusai: La cascada en Ono en la ruta del Kisokaidō (Kisokaidō Ono no bakufu) y La cascada donde Yoshitsune lavó su caballo en Yoshino en la provincia de Yamato (Washū Yoshino Yoshitsune uma arai no taki).
Ambos pertenecen a una serie de ocho pinturas ukiyo-e titulada Un recorrido por las cascadas de las provincias (Shokoku taki meguri), realizadas por Hokusai tras recorrer Honshu –la isla principal de Japón, donde descubrió algunos de sus paisajes más inspiradores– entre 1831 y 1833.
Los maestros artesanos del taller Métiers Rares™ de Jaeger-LeCoultre fueron los encargados de materializar este proyecto, tal como lo hicieron en 2021 y 2022.
¿Quién fue Katsushika Hokusai?
Hokusai (c.1760-1849) fue un artista que innovó en la composición y el uso del color, destacó como ilustrador, grabador y artista ukiyo-e. Durante su trayectoria, la xilografía floreció como medio de reproducción de las pinturas ukiyo-e. Gracias a él, el ukiyo-e y las xilografías se convirtieron en elementos fundamentales de la percepción occidental del arte japonés. Su reconocida serie Treinta y seis vistas del monte Fuji incluye La gran ola de Kanagawa, una de las obras de arte más conocidas del mundo, a la que Jaeger-LeCoultre rindió homenaje con un Reverso de edición limitada en 2018.
Relojes que cuentan historias
La cascada de Ono retrata un conocido lugar de la prefectura de Nagano, en la antigua carretera que unía la capital histórica del país, Kioto, con la sede del sogunato Tokugawa del periodo Edo (actual Tokio).
Se aprecia un pequeño santuario sintoísta que se alza sobre un promontorio rocoso junto a las cataratas, y un grupo de viajeros se asombra ante la fuerza del agua desde el puente que se sitúa debajo. La composición de la obra, en la que el agua discurre en línea vertical entre dos imponentes acantilados, amplifica la sensación de poder.
En la tradición japonesa se cree que los grandes fenómenos físicos indican la presencia de un kami o dios sintoísta, y Hokusai representaba sus escenas con un poderoso sentido de la vida, reflejo de sus creencias animistas.
La recreación de un cuento fantástico
Por su parte, La cascada de Yoshino representa un famoso cuento japonés: un episodio de la vida del general Minamoto no Yoshitsune (1159-1189). Huyendo de su hermano mayor, que le consideraba un traidor por unirse al emperador Go-Shirakawa, el general se detuvo para descansar y bañar a su caballo favorito en medio de las montañas de Yoshino (en la actual prefectura de Nara).
En esta composición poderosamente gráfica, las curvas marcadas de la cascada sugieren la fuerza del agua que atraviesa un valle profundo y arbolado. La evocación de una mano gigante que abraza la tierra con los dedos abiertos es una conmovedora exploración del vínculo entre la naturaleza, el hombre y los animales.
Técnica artesanal y gran maestría
Las pinturas en miniatura de los fondos de caja del Reverso se han elaborado mediante la técnica de Ginebra, con la que se aplican al menos 14 capas de esmalte. Cada capa se cuece a 800 °C antes de aplicar la siguiente, y se requiere un total de 80 horas de trabajo minucioso.
Además de la proeza técnica de reproducir los tonos originales de Hokusai (incluido el efecto bokashi graduado) en un soporte totalmente distinto, el esmaltador se enfrenta al desafío de plasmar cada detalle con precisión milimétrica, a una escala aproximada de una décima parte del original.
Quizá el detalle más notable sean las cartelas de la parte superior de cada cuadro, transcritas a mano con medidas infinitesimales preservando su exactitud y legibilidad. Más allá de dominar esta proeza técnica, el esmaltador trata de plasmar la intención y el toque del artista, impregnando cada obra de alma y carácter emocional.
La elegancia de sus esferas
En las esferas frontales de los relojes –con los índices facetados aplicados, las agujas Dauphine y la minutería ferrocarril característicos de los relojes Reverso Tribute– destaca, sin duda, la complejidad de las pinturas en miniatura.
El fondo de ambas esferas se ha guilloqueado a mano: el dibujo de la pieza Waterfall at Ono es un diseño clásico de grano de cebada que requiere entre tres y cuatro horas de minucioso trabajo. Para el modelo Waterfall at Yoshino, el artesano aplica un motivo de rombos que comprendía no menos de 800 líneas.
Cada una requiere cinco pasadas del torno (4000 pasadas en total), lo que representa ocho horas de trabajo solo para el guilloché. Una vez completado, se aplican de cuatro a cinco capas de esmalte verde translúcido. Cada capa requiere una cocción y un secado por separado, lo que supone un total de ocho horas de trabajo adicionales durante una semana.
Estos dos nuevos relojes Reverso Tribute Enamel, enriquecen la vasta historia del Reverso y lo consolidan como un inigualable lienzo para la expresión creativa.