Contemplar la Tierra, viajar hasta Marte y luego de regreso a la Luna: esta es la odisea espacial que nos plantea Bell & Ross con cada mirada a la hora.

Hay algo llamado el “Efecto Panorama”. Se trata de un cambio de conciencia en los astronautas que ven la Tierra desde el espacio exterior y la perciben como una preciosa, diminuta y frágil bola de vida. Bell & Ross, para deleite de los admiradores de nuestro planeta, de los aficionados de la exploración espacial y de los amantes de la astronomía, ha colocado, en toda su majestad, a nuestra amada Tierra en el centro de la carátula del nuevo Bell & Ross BR-03 Astro, una edición limitada a 999 piezas, para permitirnos sentir, en su justa proporción, el Efecto Panorama, al mirar la hora.
“Era una joya brillante en el cielo de terciopelo negro”, decía Buzz Aldrin sobre la Tierra, vista desde la luna. El cristal del BR-03 Astro está tallado en forma de casquete esférico, permitiendo representar la Tierra de forma realista, tanto por su volumen, como por sus detalles, empotrada cual joya, mediante un proceso de calcomanía por debajo del cristal de zafiro. Así, esta parece flotar en el vacío del espacio, creado mediante una carátula con chapado de aventurina azul.

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“Hemos venido hasta aquí para explorar la Luna”, dijo Bill Anders, astronauta de la NASA, “y lo más importante es que hemos descubierto la Tierra”. Y tras ser atraída nuestra atención hacia nuestro hogar, ese punto azul pálido al centro del BR-03 Astro, lo siguiente que atrapa nuestra curiosidad es la bella Luna, parcialmente oculta tras nuestro planeta, y orbitándolo a una velocidad inusitada: una vez por hora, pues en este caso, la Luna, en metal grabado con láser, ostenta los cráteres que la caracterizan, y hace las veces de la manecilla de los minutos.
Carl Sagan profetizó que “todo hace pensar que en los próximos años Marte y sus misterios resultarán cada vez más familiares a los habitantes del planeta Tierra”, y he allí nuestro vecino, ese siguiente paso en nuestra exploración cósmica, un poco más pequeño (pues se encuentra más lejos), que va orbitando en torno a la Tierra del BR-03 Astro, algo más lento que la Luna, claro, como corresponde a su órbita más amplia, completando un ciclo cada 12 horas, pues se trata de la manecilla “misteriosa” (una placa transparente en cuya punta se representa a Marte) de las horas.


“¡Allá va!”, exclamó Woody, al dar la instrucción para que los resortes que sujetaban al Morelos a su mesa giratoria se soltasen, enviando de inmediato al satélite hacia arriba de la nave, como si una catapulta lo hubiese lanzado”. En estos términos describió Rodolfo Neri, primer astronauta mexicano, el lanzamiento del satélite Morelos II desde el transbordador Atlantis. Y, girando rápidamente alrededor de la Tierra, el BR-03 Astro indica los segundos mediante un satélite metálico grabado con láser.
“Cosmos”, nos recuerda Carl Sagan, “es una palabra griega que designa el orden del universo. Es, en cierto modo, lo contrario de Caos”. De esta manera, el pequeño cosmos dentro del BR-03 Astro, este sistema orbital sobre una carátula de aventurina azul, se encuentra sostenido por una correa de caucho negro o tela sintética negra, contenido dentro de una caja de cerámica negra de 41 milímetros de diámetro y 11.5 de altura y hermeticidad de 100 metros, y orbita gracias al movimiento mecánico automático suizo BR.CAL-327, con 54 horas de reserva de marcha.
