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de ligereza y suspensión. Esta arquitectura compleja
requiere una precisión extrema, ya que la jaula pivota
solo desde la base, lo que obliga a un equilibrio perfecto
y una construcción robusta.
Tourbillon volante
Pero Breguet, además, ha integrado la complicación
misteriosa en el dispositivo antigravedad. El movimiento
se transmite sin conexión visible, generando un efecto
de magia mecánica. La jaula del tourbillon parece
flotar en el vacío, sostenida por puentes invisibles
de zafiro antirreflejos.
El Classique Tourbillon Sidéral 7255 no solo revive ese
espíritu científico del siglo XVIII, sino que lo proyecta
al siglo XXI con una reinterpretación contemporánea
y poética del tourbillon. La pieza está fabricada en oro
Breguet en una caja de 38 milímetros. Esta aleación
patentada fue desvelada durante el primer evento de
las celebraciones del 250º aniversario. Su tonalidad
cálida y sutilmente rosada se inspira en el oro utilizado
por los relojeros del siglo XVIII.
Incorpora el nuevo calibre 187M1 de cuerda manual
con 50 horas de reserva de marcha. En el fondo, el
movimiento está decorado con un nuevo tipo de
guilloché, también presentado este año, denominado
Quai de l’Horloge. Su diseño se inspira en las curvas de
la Île de la Cité y en el refinamiento de la Île Saint-Louis.
Luce una elegante correa azul de piel de cocodrilo.
Por primera vez desde su creación, el guilloché
Quai de l’Horloge se ejecuta no solo de forma circular
en el centro de la caja y en el soporte del tourbillon,
sino también de forma lineal en toda la platina del
movimiento. En el lado de la carátula, cada pieza
estará adornada con la firma secreta de la marca,
complementando sus códigos tradicionales como la caja
finamente estriada, los cuernos rectos y las manecillas
Breguet “manzana ahuecada”. En el reverso, cada pieza
estará numerada individualmente del 1/50 al 50/50.
Leslie López
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