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que se adapta prácticamente a cualquier muñeca. La elegante caja del modelo que presentamos aquí es de oro rojo de 18 quilates, con un fino bisel que la hace parecer más grande.
La carátula plateada es sencilla
y funcional, con un totalizador de minutos a las 12 horas y un pequeño segundero a las 6, ambos en bajorrelieve. Esta disposición es muy elegante y distintiva. Tiene un realce con una escala de cuartos de segundo, lo que permite una lectura precisa
del tiempo cronometrado y evoca
los orígenes del Portugieser como
un instrumento de precisión náutica para la muñeca. Además, cuenta con agujas lanceoladas, números arábigos e índices aplicados dorados, y la esfera está protegida por un cristal de zafiro con tratamiento antirreflejos.
Uno de los aspectos que más nos gustan de los Portugieser es que, aunque sus códigos se remontan
a hace más de 80 años, su diseño
es contemporáneo. Son relojes que siguen siendo modernos, relevantes
y atemporales. No se sienten como piezas retro o vintage, aunque al mismo tiempo son los herederos de un legado tan imponente como el
de IWC. Todos los modelos de esta colección lucen tan modernos hoy como el reloj de 1939 en su momento.
Igual de importante es la calidad
de su mecanismo. IWC Schaffhausen tiene una de las manufacturas más modernas de la industria relojera. Ahí produce el calibre 69355 de carga automática, un movimiento con rueda de pilares que se puede ver a través del fondo de cristal de zafiro. Tiene 205 componentes, entre ellos, una masa oscilante calada donde puede leerse “Probus scafusia”, el lema de IWC. Garantiza 46 horas de reserva
de marcha y oscila a una frecuencia de 4 Hz o 28,800 a/h. Está decorado con Côtes de Genève y perlado.
El Portugieser Cronógrafo es hermético hasta 30 metros. Su diseño es tan perfecto que se puede adaptar sin problema a una correa de piel de marrón, con un estilo más formal, o
a una más robusta y casual hecha de caucho verde con textura. Estamos seguros de que en 100 años se verá igual de bien.
Manuel Martínez
WATCHES WORLD