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From the mind of...
YA CORRESPONDERÉ...
Manuel Mejía
El nacimiento de Watches World me causa una gran alegría, ya que me permitirá acompañarlos en este viaje a través de las máquinas más preciosas que exis- ten para medir el tiempo. Para la revista esta etapa es relevante, pues sé lo que se ha trabajado para obtener el producto que usted tiene entre las manos, además de que he sido testigo desde lejos y desde muy cer- ca, de la pasión invertida en hacer realidad estas pá- ginas. Conozco la historia, la he vivido como si fuera un tema familiar y al decidirme a escribir, me siento orgulloso de lo que el equipo ha logrado.
La relojería ha representado un arte entre los seres humanos: el solo hecho de llevar en la muñeca un ob- jeto que puede medir cómo camina el sol o la luna, al igual que la exactitud que puede alcanzar, casi como si siguiera la línea que marca el sol sobre la tierra y que nunca ha cambiado en velocidad y oportunidad, es lo que maravilla al portar una de estas piezas. Más que llevarlo puesto, lo que importa es estar conscien- te de que para conseguirlo, un genio relojero -a partir de piezas de metales-, da vida a un corazón que sabe latir tal y como caminan las sombras en función del movimiento del planeta mirando al sol.
Ser capaz de concebir la máquina del tiempo -la que marca el paso de las horas y la división de ellas con to- tal exactitud-, sentir cómo indica los minutos, segun- dos y hasta décimas de segundos con su caminar, es poder concebir una pieza de arte que con su “tic-tac” no deja de recordar a los genios que crearon lo que hoy conocemos simplemente como un reloj.
El mundo cambió cuando se pudo medir el tiempo con exactitud. Sin embargo, ordenar las horas en un aparato no resultó tarea fácil, pues llevó siglos poder crear una máquina con ese fin. Sólo hay que darnos cuenta de que más siglos ha pasado la humanidad sin relojes mecánicos que con ellos. Asimismo, hace rela- tivamente poco tiempo que disponemos de la exacti- tud de la que ahora disfrutamos gracias al ensamble
de cientos de partes que actúan en conjunto y con precisión para indicarnos la hora -o más bien lo que queda de la hora- y nos advierten que seguirá otra. La navegación, la concepción de la distancia y hasta los llamados a una celebración religiosa, son mucho más certeros desde que el hombre pudo dominar la cons- trucción de un reloj.
Nos encontramos en una época que presencia el resurgimiento del reloj mecánico, que hace tan sólo unas décadas estaba casi desapareciendo. Hoy tenemos la gran fortuna de que la mecánica -la buena mecánica relojera- ha cobrado un valor sin precedente por el gran aprecio que ha recuperado entre los conocedores y el amplio reconocimiento de la sociedad en general. Hoy en día los retos van más allá de la exactitud y la confiabilidad. Hoy, los desafíos que se tuvieron que superar hace muchas décadas son diferentes. Hoy con- sisten en encontrar nuevos materiales e innovar en el interior de los mecanismos para lograr lo que nadie ha hecho. Hoy la inventiva y la creatividad de los genios relojeros tienen que rebasar la primera idea que al- guien tuvo al hacer un reloj. Son muchos los que dicen que no hay nada nuevo bajo el sol en la relojería, pero podría apostar que cada año veremos cosas nuevas en cuanto a materiales, combinaciones y complicaciones que seguirán conquistando al ser humano con su fun- cionamiento y a los consumidores con su utilización en la vida diaria, así como a los coleccionistas, que verán aumentar el valor de sus piezas. Estoy seguro de que en las siguientes ediciones de Watches World le llevaremos gran parte de esta historia que se lee con el tic-tac de fondo de la hermosa industria de la manu- factura relojera, considerada todo un arte.
Hoy como siempre recuerdo con el más profundo agradecimiento a quienes han compartido mi vida: “ya corresponderé”, lo haré por el placer que me mantie- ne vivo, con el ímpetu de poder escribir del tema que me apasiona, precisamente aquí, en Watches World.