Los artesanos de Nagano saben que cualquier cambio en el ambiente, por tenue que sea, es digno de plasmarse en piezas de relojería que hacen honor a la delicadeza.
Nadie aprecia los delicados cambios de la naturaleza como los japoneses. Esos preciosos momentos en los que cambia la luz, el viento o el agua, y cómo esta interacción es capaz de formar luces, sombras y texturas. Al grado que no tienen cuatro estaciones al año sino 24. Cada sekki, o estación, dura aproximadamente 15 días y se divide a su vez en tres micro estaciones llamadas kō, que duran alrededor de cinco días.
Al igual que las estaciones japonesas, los elementos de diseño del estilo Grand Seiko, se van desdoblando y nacen de una máxima: “brillar con calidad”, de ahí emana todo el lenguaje estético de este legendario modo de hacer que se basa en tres principios fundamentales: las superficies deben ser planas y las curvas bidimensionales, la carátula y las agujas deben ser lo más anchas posible, y las áreas planas deben estar libres de distorsiones y con terminado de espejo.
Así como sucede con los sekki, de estos tres principios emanan a su vez nueve elementos de diseño a los que se apegan todas las colecciones Grand Seiko de las que ahora se presentan dos nuevas piezas, parte de la colección Heritage, que dan cuenta de estos hermosos y suaves cambios estacionales.

Maestría relojera
El SBGA415 es una nueva interpretación de los primeros Grand Seiko que se apegaron a su lenguaje único, además de ser pioneros en ostentar un movimiento automático: los icónicos 62GS y 44GS. Uno de estos elementos de diseño que ya presentaban sus predecesores y que se mantienen en esta nueva pieza son los bordes bidimensionales y las superficies perfectas que se consiguen gracias a la técnica de Zaratsu, una forma de pulido que requiere de una técnica impecable y que se torna aun más difícil cuanto más duro sea el material.
Te puede interesar: Grand Seiko SBGH349 encapsula la belleza de agua congelada
La caja de esta nueva pieza mide 40 mm y está fabricada en titanio, un material más duro y resistente que el acero. En su centro resalta la carátula en gris acero inspirada en la estación 21 de las 24 sekki, aquella en la que las nevadas son más intensas, conocida como Taisetsu. Sobre ella resalta un segundero azul que se desplaza con impecable tersura gracias al calibre Spring Drive 9R65, que combina la tecnología más moderna con la maestría de los artesanos del Estudio de Relojería Shinshu.
Ellos hacen todos los ajustes a mano para que el movimiento funcione con suavidad, sin el menor sobresalto, y con una impactante precisión de ±15 segundos por mes. La carátula está cubierta por cristal de zafiro en forma de caja, tiene una reserva de marcha de 72 horas y es hermético hasta 100 metros.

Plasmar las sutilezas
Por su parte, el SBGA211 cuenta con las mismas funcionalidades que el SBGA415 en cuanto a su calibre Spring Drive, su hermeticidad, su reserva de marcha y está también fabricado con titanio de alta intensidad, tanto la caja como el brazalete. Sus sutiles diferencias están más bien en su exterior y son tan tenues como los paisajes invernales a los que hacen homenaje. El SBGA211 ostenta una caja un poco más grande, 41 mm, pero un grosor un poco menor 12,5 mm en contraste con los 12,8 mm de su compañero de colección.
Su carátula describe el paisaje que se aprecia en las montañas de Hotaka, cuando la nieve se transforma en pequeños cristales pétreos y ligeros que resplandecen bajo el sol invernal mientras son desplazados por el viento helado. Este fascinante efecto se plasma en cada carátula de una forma casi mágica, pues se consigue, no con pintura, sino a través de un sofisticado proceso de chapado en plata que logra representar la textura y el color de la nieve en este particular estado, entre sólido y fluido. El cristal de zafiro, en este caso, tiene doble curvatura.
