Un aniversario de 150 años no solo es una oportunidad para recordar la historia, sino la creación de un espacio para reflexionar sobre aquellas cualidades de una empresa que ha forjado una herencia relojera única. Quizá podríamos empezar por lo más reconocido: su diseño, sus innovaciones, sus grandes hitos; sin embargo, si algo tiene Audemars Piguet, es que es la manufactura relojera más antigua que siempre ha estado en manos de sus familias fundadoras.
Así es, se trata de una empresa familiar independiente que, además de conjugar tradición e innovación, transmitiendo el conocimiento y el savoir-faire de la Casa de generación en generación, su expansión no ha interferido con la artesanía, la atención al detalle y la proeza técnica que la distingue; prueba de ello, la Casa ha conservado la producción de pequeñas series (lo cual aumenta su valor y exclusividad).


Asimismo, no podemos dejar de lado que su historia comenzó en Vallée de Joux (Le Brassus), la cuna de la alta relojería. Más allá de lo que esto significa, es la naturaleza, sus silencios, y claro, sus cielos nocturnos, el escenario perfecto para que los relojeros y los maestros artesanos puedan desarrollar sus habilidades al más alto nivel, siempre impulsados por la pasión, la perseverancia y la excelencia que implica esta profesión.
Y es que, justamente, el nivel de artesanía de la Casa en cada proceso de fabricación es una cualidad que preserva como el más bello tesoro. La búsqueda por la perfección y, por supuesto, la precisión, se manifiesta tanto en los acabados del mecanismo, como en la carátula y cada parte del reloj.


Si bien la tradición representa las bases sólidas sobre la cual se edifica su legado, la innovación es lo que le ha permitido perdurar en el tiempo. Ejemplo de ello es la investigación y el uso de los mejores materiales de vanguardia (como cerámica, carbono forjado y aleaciones); sus complicaciones estelares como el tourbillon (en 1986, Audemars Piguet fabricó el primer reloj de pulsera de cuerda automática con tourbillon del mundo); el calendario perpetuo (esta complicación está presente en sus piezas de aniversario, destacando un movimiento automático, el calibre 7138, que permite ajustar todas las funciones únicamente con la corona), el desarrollo de movimientos ultradelgados y, por supuesto, el diseño, tal como el reloj deportivo por excelencia, el Royal Oak (aunque no requiere presentación, no está de más recordar que fue lanzado en 1972, diseñado por Gérald Genta).

De esta manera, hemos sido testigos de innovaciones dentro y fuera del reloj, desde el movimiento, hasta las cajas, modelos esqueletados y diseños modernos con complicaciones, priorizando siempre el uso intuitivo, la durabilidad, la ergonomía y, por supuesto, el Santo Grial de la relojería, la precisión.
En resumen: Audemars Piguet es una de las Casas más prestigiosas de la alta relojería suiza, cuyo legado no solo abarca la industria relojera, sino que se extiende al arte, el deporte y la música, con colaboraciones genuinas que destacan su carácter multifacético (ejemplo de ello, el Royal Oak Concept Tourbillon Companion, con el artista neoyorkino KAWS).
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![Audemars Piguet [RE]Master02](https://watchesworld.com.mx/wp-content/uploads/2024/05/Audemars-Piguet-REMaster02-1024x688.jpg)
Hablemos de su historia
Dicen por ahí que uno tiene la edad de su corazón y el de Audemars Piguet, a sus 150 años, late más fuerte que nunca y, aunque oficialmente estamos festejando el siglo y medio de existencia de este gigante de la relojería, su concepción empezó a fraguarse muchos siglos atrás.
La saga comienza con el establecimiento de los primeros habitantes en Le Brassus, en la región del Jura suizo, un lugar que ha visto nacer, crecer y desarrollarse a Audemars Piguet. Los inviernos eran crudos y largos, las temperaturas se mantenían bajo cero por más de seis meses al año, lo que explica por qué desarrollaron actividades que les permitieran, además de conseguir algún ingreso extra, mantenerse ocupados durante el larguísimo invierno suizo.


Gracias al hierro extraído de algunos depósitos que encontraban en las montañas y el conocimiento en relojería llevado hasta allí por intrépidos aprendices del oficio, que se sobrepusieron al estricto sistema gremial que prevalecía en la época, se empezaron a producir intricados mecanismos de relojería bajo un nuevo sistema conocido como établissage, basado tanto en la libertad como en la especialización, puesto que permitía a los relojeros producir las distintas partes de un mecanismo en sus hogares.
El aislamiento del lugar naturalmente propiciaba que los lazos sociales y familiares fueran estrechos, así que no es extraño que las familias Audemars y Piguet hayan participado también de esta dinámica que sentaría las bases para la extraordinaria historia que hoy estamos celebrando.
Los fundadores, Edward Auguste Piguet y Jules Louis Audemars, aprendieron juntos el oficio, y más tarde se unieron para fundar su empresa en un lugar llamado “Chez-les-Meylan”, que actualmente ocupa el numero 18 de la calle Route de France, en Le Brassus.



El año de su fundación fue establecido por los fundadores en un folleto destinado a distribuidores como 1875, aunque la Maison no fue registrada sino hasta el 6 de diciembre 1881, cuando recién se creó la Agencia Suiza de Propiedad, en donde se inscribió oficialmente como Audemars, Piguet & Cie, fabricants, Brassus, con el firme propósito de crear internamente todas las piezas de un reloj. Aunque eso tomaría aún bastante tiempo, el propósito nunca se perdió de vista.
Recién pasada la Revolución Industrial, la relojería se enfrentó con el dilema de industrializarse o no, y aunque varios de sus competidores optaron por hacerlo, Audemars Piguet se mantuvo fiel a la tradición artesanal y se concentró en las complicaciones que se han mantenido como parte fundamental de su ADN y símbolo de la libertad e independencia de la Manufactura que nunca se dejó llevar por tendencias ni modas.

Así, trabajando en comunidad con familiares y vecinos, ofrecieron exclusivamente piezas únicas hasta 1951. Mientras pasaron por muy duros periodos de dificultades financieras y guerras, se mantuvieron firmes produciendo piezas excepcionales con complicaciones irrepetibles, incluso en los innovadores relojes de pulsera que exigían mecanismos más pequeños y ultraplanos.
Después de 1951 se tomaron la libertad de crear relojes con características iguales otorgándoles un número de “modelo” o, mejor dicho, una “referencia”, lo que no quiere decir que produjeran relojes en serie, pues dicho número se refería solo a la caja, el calibre y el material, no así a la carátula y las manecillas que conservaban detalles únicos, característicos de su proceso artesanal.
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De cualquier manera, las piezas producidas del mismo “modelo” siempre fueron muy limitadas, la mayoría de las tiradas fueron de menos de 100 piezas, algunas de tan solo 10 piezas y 55 fueron piezas únicas. No fue sino hasta 1972 que se lanzó al mercado el primer reloj en una serie de más de mil piezas y fue nada menos que el Royal Oak 5402, el modelo con el que Audemars Piguet conmemora hoy sus 150 años de historia.
La elección no es gratuita, pues fue el primero fabricado en acero, colocando a este material en el mismo nivel que cualquier metal precioso, pues se vendía por un precio mayor que los relojes de oro lo que, lejos de desanimar a los compradores, obtuvo una vehemente respuesta por parte de los conocedores y fue un éxito rotundo.
Además, fue la primera vez que se le otorgaba nombre a uno de sus “modelos”, convirtiendo al Royal Oak en la primera colección de la Manufactura que, por increíble que parezca, fue diseñado en una sola noche por el relojero Gérald Genta, el “Picasso de la relojería”.

Royal Oak Perpetual Calendar Openworked “150th Anniversary”
Este modelo conjuga atributos que han caracterizado a la firma de Le Brassus desde su fundación: exclusividad, vanguardia e innovación tecnológica y de materiales. Todo esto se funde en un diseño único materializado en una caja de 41 mm que resguarda por última vez al legendario calibre 5135 que impulsó las piezas de esta medida durante más de una década, pero que tiene su origen nada menos que en los años setenta, cuando se creó su antecesor, el calibre 2120/2800, un calibre ultradelgado desarrollado como respuesta a la crisis del cuarzo y que impuso un nuevo estándar en el mundo de la relojería.
El calibre 5135 se usó por primera vez en 2015 adaptándose a los nuevos 41 mm de la caja conservando sus 4.5 mm de grosor y renovando el entusiasmo por la intricada belleza de este calibre que venía en declive desde finales de los ochenta. En 2019, se lanzó este mismo mecanismo en el Royal Oak Perpetual Calendar Openworked en cerámica negra y, posteriormente, se empleó en otros modelos en diferentes materiales, como el oro de 18 quilates engastado con diamantes, entre otros, y que ahora se despide con el honor que merece impulsando esta pieza celebratoria.



Todo en este reloj conmemorativo es un guiño a los hitos alcanzados por Audemars Piguet: la caja de titanio, el cristal de zafiro con tratamiento antirreflejos, la corona atornillada, el bisel interior de latón azul, las manecillas en oro blanco de 18 quilates; nada es gratuito, cada detalle tiene una referencia, una relación histórica, una razón de ser.
Pero no todas son alusiones al pasado, el Royal Oak Perpetual Calendar Openworked “150th Anniversary” también proyecta una mirada hacia el futuro y celebra tanto la innovación como la tecnología en la combinación de materiales como el BMG (Bulk Metallic Glass) que, junto al titanio, dotan a esta pieza de una belleza, durabilidad y ergonomía sin parangón desde la caja hasta el brazalete.


Asimismo, y como es natural, el paso del tiempo, leitmotiv del oficio relojero, se refleja en esta pieza a través de la majestuosidad de la Luna al mostrar sus distintas fases tal y como se observan desde la Tierra según imágenes tomadas por la NASA e impresas en el pequeño disco ubicado en la carátula a las seis horas. La edición se limita a tan solo 150 piezas herméticas hasta 100 metros.
Excéntrico, elegante, sofisticado, sensual, con una fuerza y carácter que ha perdurado a través del tiempo y es reflejo de los primeros 150 años que han convertido a la Maison de Le Brassus en emblema de excelencia relojera. Así es que, con este lanzamiento, no solo se conmemora un aniversario: se abre la puerta a una nueva etapa en la vida de Audemars Piguet.
Complicaciones astronómicas


Audemars Piguet también ha presentado una nueva generación de movimientos calendario perpetuo de cuerda automática, un elegante y ultradelgado tourbillon volante y dos exquisitos cronógrafos. Sin embargo, uno de los lanzamientos estelares es, sin duda, es el calibre 7138. Con una frecuencia de 28,800 alternancias/hora (4 Hz) y una reserva de marcha mínima de 55 horas, este calibre da vida a la nueva generación de calendarios perpetuos, diseñados para ser intuitivos y fáciles de usar.

Colocando la ergonomía en el centro de su investigación y desarrollo, es posible hacer todas las correcciones necesarias (en realidad, solo una corrección cada 100 años, en tanto el reloj se mantenga con cuerda) únicamente desde la corona, eliminando la necesidad de herramientas adicionales. Por otro lado, la ausencia de correctores en el lateral de la caja refuerza el refinamiento de estos relojes e incrementa su hermeticidad.
Con la subcarátula del día de la semana a las 9, de la fecha a las 12, del mes a las 3 y la complicación de fase lunar (que muestra una representación realista de la Luna basada en una fotografía de la NASA) a las 6, el nuevo movimiento debuta en tres modelos. Primero, el Code 11.59 (ref. 26494BC.OO.D350KB.01) en caja de 41 milímetros de oro blanco de 18 quilates, carátula azul ahumado con el grabado en relieve característico de la colección, manecillas e índices en oro blanco y correa de caucho azul texturizado con forro de piel de becerro.


Adicionalmente, dos modelos Royal Oak de 41 mm, uno en acero inoxidable y estética dicromática (ref. 26674ST.OO.1320ST.01) y otro en oro arena de 18 quilates y estética monocromática (ref. 26674SG.OO.1320SG.01), con carátulas decoradas con el diseño Grande Tapisserie, manecillas e índices en oro blanco, y brazaletes en los metales correspondientes.
De los tres modelos también se crearon ediciones limitadas “aniversario”, de 150 piezas cada una, con sutiles códigos de diseño, como una firma vintage “Audemars Piguet”, inspirada en documentos históricos, sobre la subcarátula de la fase lunar, así como el logotipo “150” y “X of 150 pieces” grabados en el fondo de la caja.




