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Si el mundo no te es suficiente, dale la vuelta REVERSO


 |  14 abril, 2015

Fue allá por los años 30, tiempos gloriosos en los que se utilizaba el reloj para conocer la hora y la fecha, esos instantes que se acumulan para contar una historia, de las que dentro de la relojería existen muy pocas capaces de equipararse a la del Reverso de Jaeger-LeCoultre.

REVERSO, un must-have relojero sin discusión, cuya principal particularidad es el nivel de personalización de la pieza, un valor lúdico aunado a una estética art-déco atemporal y totalmente legendaria que parte de una necesidad: la protección de la carátula y cristal de la pieza durante los juegos de polo, deporte que corre por la sangre de Jaeger-LeCoultre.



JAEGER LE COULTRE

La historia: René-Alfred Chauvot, el 4 de mayo de 1931, acudió al Instituto Nacional de la Propiedad de París. Pero todo comenzó a partir de un desafío. Durante un viaje a la India, el coleccionista y empresario suizo César Trey, asistió a un partido de polo entre oficiales británicos. Uno de ellos rompió el cristal de su reloj y retó a César a desarrollar una pieza que resistiera la rudeza de este deporte.

Mr. Trey buscó entonces a su amigo Jacques-David LeCoultre y él, por su parte, solicitó a Chauvot una solución práctica, que consiste en deslizar la caja y voltearla para finalmente cubrir la carátula con el fondo de la misma, el cual además puede ser personalizado. Hoy, el Reverso Classique se vende bajo las mismas especificaciones del original: 38 mm de largo por 24 de anchura y 6 mm de perfil, al tiempo que marca las horas y minutos. Pero fue hasta 1934 que se introdujo el segundero pequeño en punto de las 6 horas.

Pocos lo saben, pero entre diciembre de 1931 y abril de 1932, ocho Reversos (cuatro en oro blanco y cuatro en oro amarillo) fueron manufacturados y vendidos bajo la referencia 106 de Patek Philippe, debido a que la manufactura de Ginebra adquiría ébauches de La Grande Maison comandada por Jacques-David LeCoultre. Cartier ostenta una historia similar debido a su relación con Edmond Jaeger, el cual había encomendado a LeCoultre realizar los calibres de la Maison.

Una historia hermosa que continúa dando brillo a la relojería del siglo XXI como un regalo inmejorable que dará sentido a la personalización de la pieza a través de su lienzo “reverso” de acero o metales preciosos, o destinado también a la entrega de otro movimiento para la indicación de un segundo mundo horológico, o una cara distinta decorada con diamantes. Reverso de Jaeger-LeCoultre, la narración del tiempo y de las emociones.

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ESCRITO POR

…Ya entendería yo, con cada pieza de alta relojería, que la mayor parte de lo que llamamos extraordinario se disfruta sin percatarse del paso del tiempo, pero mirando el reloj.



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