La aparición de los relojes de bolsillo se dio como consecuencia de una revolución científica. Nace de una concepción mecanicista del universo, en la que el hombre comenzó a llevar una vida más ordenada y a medir con mayor precisión las actividades que realizaba.
Los primeros registros de este tipo de relojes se remontan al año 1481. Fue cuando el rey Luis XI de Francia, pagó 16 liras y 10 sueldos (de moneda tornesa) al relojero Jehan de París, por un reloj portátil provisto de cuadrante que suena las horas. El furor por la pieza fue tal que mandó a que apareciera pintada en uno de sus retratos oficiales.
En sus inicios, los relojes de bolsillo tenían una forma cilíndrica, pero en Nürenberg se construyeron en forma ovoidea, lo que les valió el título de “huevos de Nüremberg”. Estos relojes pronto fueron conocidos por toda Europa y su invención se le atribuyó a Peter Henlein. Él era un cerrajero y relojero nativo de la ciudad alemana. Más adelante y para asegurar que en la actividad permanecieran seguros se les dotó de una cadena colgante conocida como leontina que podía ser elaborada en oro, plata o níquel.
El reloj de bolsillo y la astronomía
La relación de este tipo de relojes con la astronomía se dio de manera natural ya que era una de las ciencias más desarrolladas de la época. Con los grandes descubrimientos astronómicos de los siglos XVI y XVII y la expansión de la navegación, se advirtió la necesidad de disponer de relojes de precisión portátiles y pequeños que determinaran la longitud y la posición exacta de los astros.
En la mitad del siglo XVI hicieron su aparición preciosos relojes de bolsillo con cajas finamente talladas, caladas o pintadas con esmalte, en un sinnúmero de formas.
Fue así como por años los relojes de bolsillo fueron considerados mecanismos extraordinarios y costosos a los que solamente la clase alta podía acceder. El avance técnico y el inexorable paso del tiempo hizo que este tipo de relojes cayeran en desuso con la llegada del reloj de pulsera, sin embargo, en los últimos años las Manufacturas, haciendo uso de la riqueza de su herencia han recreado relojes de bolsillo y presentado propuestas vanguardistas. Tal como entonces usarlos es un signo de elegancia y distinción.
Historias maravillosas de los relojes de bolsillo
En el apogeo de los relojes de bolsillo surgieron innumerables historias relacionadas con los personajes más influyentes de aquellas épocas, como la de Breguet cuando realizó un reloj de bolsillo dedicado a la reina María Antonieta, una de las más fervientes admiradoras de las creaciones de Breguet.
Se cuenta que en 1783, Breguet recibió la visita de un oficial de la guardia de la reina para hacerle un pedido muy especial: la creación de un reloj que incorporara todas las complicaciones relojeras más avanzadas de la época.
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En este encargo no había limitaciones ni de presupuesto ni de tiempo así que el relojero aceptó el reto y comenzó a fabricar un reloj de bolsillo en oro amarillo con cristal por ambas caras, al que le incorporaría repetición de minutos, calendario perpetuo, ecuación de tiempo, indicador de reserva de cuerda, termómetro metálico, subesfera de segundos y segundero central, escape de ancora, puente de volante en oro y sistema antichoque.
La historia del reloj de María Antonieta
Mientras Breguet trabajaba en el reloj, María Antonieta fue detenida junto con el rey y otros nobles. Después fue juzgada por el Tribunal Revolucionario y condenada a morir en la guillotina. Más o menos 34 años después, Breguet terminó el encargo, la creación fue nombrada Breguet Nº 160… María Antonieta jamás pudo apreciarla.
Y la historia de este reloj siguió… Fue robado del Museo Mayer Memorial de Arte Islámico en 1983 y se mantuvo desaparecido muchos años. En 2005 Nicolás Hayek, máximo responsable del Grupo Swatch, se propuso el reto de reproducir con la mayor precisión este reloj basado en los archivos y el estudio de los dibujos originales del Museo Breguet dando origen al Grande Complication n°1160.
El calibre más delgado para un reloj de bolsillo
Otra historia fascinante es la de la Manufactura fundada por Antoine LeCoultre que justo a propósito de un reloj de bolsillo agregó a su nombre el apellido Jeager en 1937. Edmond Jaeger lanzó un peculiar reto a Jacques-David LeCoultre (nieto de Antoine) en 1903, instándolo a generar el calibre más delgado de la historia para un reloj de bolsillo, el 145 de 1.38 mm de grosor.
Edmond, relojero parisino, era proveedor oficial de la Marina Francesa e instó a varios relojeros suizos a desarrollar una serie de calibres ultraplanos para relojes de bolsillo. Así, Jacques-David completó el calibre 145 en 1907 y en consecuencia Edmond Jaeger, quien había firmado un contrato con Cartier a fin de desarrollar los movimientos de la reconocida Casa de joyería y relojería, confió dicha construcción a LeCoultre por los siguientes 15 años. En 1937 la Manufactura de Le Sentier fue renombrada como Jaeger-LeCoultre. El Jaeger-LeCoultre Calibre Lépine 145, es el reloj más plano de la historia: 1.38 mm de diámetro para el calibre. Solo se hicieron 400 relojes de bolsillo.
Piezas de valor incalculable
Con el paso del tiempo el valor que muchas de estas piezas han adquirido resulta realmente sorprendente, para muestra el Henry Graves-Supercomplication de Patek Philippe. Un reloj diseñado a solicitud del banquero neoyorquino tras una disputa “amigable” con Mr. Packard, empresario automotriz, y quien fuera principal rival de Graves en el coleccionismo relojero. En noviembre del 2014 esta pieza fue subastada en la famosa Casa Sotheby’s por la nada despreciable cantidad de ¡24 millones de dólares!
A continuación algunas de las marcas más representativas de ayer y de hoy en la manufactura de relojes de bolsillo: