A.Lange & Söhne redefine la relojería de autor con cada una de sus piezas; trabajadas bajo el toque humano que hace de la imperfección una virtud. En el aterlier- werkstatt de la Casa de Sajonia se promueve la destreza natural del relojero y de los artesanos que embellecen una pieza de tan alto calibre.
En la antigüedad las decoraciones en el movimiento encontraron su razón tras el error, luego de que el relojero marcara la superficie del calibre por oxidación, ralladuras por rozamiento o una falla de cálculo accidental. Pero no me malinterprete, este tipo de oficio es sumamente complejo, más lo era hace un par de siglos, ya que no existía el corte por láser y no se contaban con las herramientas y condiciones que la tecnología aporta en la actualidad; trazos en 3D, animaciones por computadora, todo el trabajo era a prueba y error, y la decoración permitía «esconder» accidentes que a futuro se convertirían en lo que conocemos como Acabados de Alta Relojería.
Se preguntará, ¿entonces por qué decorar al movimiento? La razón es histórica, y salta a la vista tras un grabado guilloché en la carátula, un Côtes de Genève o un perlado en la platina, tratamientos que llevan una labor técnica profunda difícil de replicar, y es por ello que en ellas se encuentra un grado mayor de exclusividad, un valor agregado.
A.Lange & Söhne promueve las artesanías en sus relojes desde su recuperación a mediados de los 90, y tras ello la exclusiva línea Hadwerkskunst, conformada por un: Richard Lange Tourbillon «Pour le Mérite» (2011), un Zeitwerk (2012), un Lange 1 Tourbillon Perpetual Calendar (2013), un Lange 1 Tourbillon (2014) y, este 2015, un 1815 Tourbillon.
En homenaje a su fundador, tras 200 años de su nacimiento, la pieza hace uso de dos mecanismos patentados y enfocados a la precisión: Zero-Reset y tourbillon con parada de segundero, los cuales actúan deteniendo la marcha de las agujas a fin de poder ajustar el tiempo con precisión de un segundo.
Asimismo, el trabajo estético de la pieza es simplemente espectacular, conquistado gracias a la técnica del grabado tremblage, que golpea la superficie de la pieza para conseguir una cara granulada que destaca por el contraste con el pulido de los ángulos, la tornillería azul y los rubíes inherentes a los pivotes.
Finalmente, en la cuestión técnica destaca la construcción de su calibre L102.1 con platina de tres cuartos y remonte manual con escape de áncora, tornillos antichoque y espiral de Manufactura a 21,600 a/h para 72 horas de autonomía con toda la cuerda dada. La pieza se presenta en caja de oro rojo con fondo macizo e inscripciones grabadas, mientras que se abraza a la muñeca mediante una correa de piel de cocodrilo cosida a mano. Solo se construirán 30 ejemplares.