No podían ser ajenos a tan buena causa propuesta por el Príncipe Alberto II de Mónaco… Nuestros amigos Bruno Belamich y Carlos Rosillo deciden participar de la subasta a beneficio de la investigación en contra de la Distrofia Muscular Duchenne, que aqueja a un porcentaje mínimo de la población, pero que al mismo tiempo no tiene cura despierta la intención de buscar una solución científica necesitada de recursos para la investigación del mismo.
Pasan las horas y el reloj sigue su cuenta, y cada día nos acercamos más a la cita ineludible con el destino de los bienintencionados, una industria que se reúne en torno a un proyecto en beneficio de los seres humanos que han sido diagnosticados con la enfermedad neurodegenerativa causada por un gen defectuoso para la distrofina (una proteína en los músculos). Debido a la forma en que la enfermedad es hereditaria, por lo general afecta a los niños, los cuales puede presentar síntomas a partir de los seis años, o incluso antes.
Así pues, aplaudimos el esfuerzo de Bell & Ross por sumarse a esta noble causa y conceder un BR01 Skull Bronze Tourbillon, que cuenta con la particularidad de adquirir una coloración única y lúdica de acuerdo a los hábitos de su portador. Esta pieza además posee un torbellino de 60 segundos situado en punto de las 6 horas, mientras que un –particular– indicador de reserva de marcha exhibirá si al calibre BR-CAL.281 le hace falta remontuar o se sitúa al límite de sus capacidades: 5 días de autonomía.
La leyenda
Bell & Ross da rienda suelta a la imaginación y desarrolla una historia que le liga a Mónaco a través de los sueños, por lo que hemos decidido compartir de manera íntegra y sin modificación:
Ha sido buscado durante 200 años; desde aquel día de 1815 en que el navío del pirata Bartholomew Hawkins, el Black Wind, zozobrara en la costa de Mónaco. El Principado, que Francia se había anexionado en 1793 después de la Revolución, acababa de recuperar su independencia. Tras haber resistido a los numerosos ataques de genoveses, aragoneses y berberiscos a lo largo de su historia, Mónaco debía hacer frente, una vez más, a nuevas embestidas de codicia. Se decía que en las magníficas residencias de este rincón paradisíaco se ocultaban grandes fortunas. Por este motivo, el capitán Hawkins decidió emboscarse frente a la costa, listo para abordar todo navío que transportara oro.
Sin embargo, el verdadero tesoro ya estaba a bordo del Black Wind. Hawkins, al margen de sus actividades de corsario, tenía muy buen gusto y había mandado fabricar un reloj extraordinario. Hecho a partir de un fragmento de bronce perteneciente a un cañón confiscado al enemigo, esta pieza adornada con oro, albergaba un fabuloso movimiento concebido algunos años atrás, en 1801: el tourbillon. El pirata decidió adornar su reloj con el famoso emblema “Jolly Rogers”, la bandera con la calavera que enarbolaba en el mástil de su navío. La leyenda dice que lo usaba en todas sus batallas navales, y lo miraba antes de dar la orden de disparar una salva de balas de cañón o de lanzarse al abordaje.
Pero había algo que un capitán pirata, por muy hábil que fuera, era incapaz de dominar: los caprichos del clima. Mientras navegaba por la mar, una violenta tempestad se desató súbitamente, y destruyó su barco. Se ignoran las circunstancias del naufragio, pero algunos restos encontrados poco después en la orilla demostrarían que el Black Wind se hundió íntegramente, llevándose consigo a su capitán y su mítico reloj.
Desde entonces, innumerables caza tesoros han intentado localizar los restos, pero todos los esfuerzos han sido en vano. Hasta este año, cuando un equipo de buzos encontró un objeto de forma extraña y color negro, a 60 metros de profundidad que, en un principio, tomaron por una roca. Al acercarse, lograron reconocer un casco de barco destruido. Y aventurándose en las entrañas del navío engullido por la mar descubrieron lo que todo caza tesoros anhela encontrar: un cofre de plomo. En su interior encontraron mapas, monedas de oro, joyas engastadas con diamantes y un reloj en perfecto estado. El del capitán “Bart” Hawkins…
Para la subasta bienal, Bell & Ross propone un tesoro calzado a la muñeca inspirado en las historias de los héroes y piratas, y adornado con calaveras tipo «Jolly Rogers», un elemento decorativo utilizado tanto en los navíos saqueadores de tiempo atrás, como en la aviación.
Códigos estéticos: caja de 46 mm de bronce envejecido (CuSn8) con una calavera de oro maciso grabado a mano adornando el dial. Su movimiento de cuerda manual da vida al tourbillon, regulador, indicador de precisión y reserva de marcha, mientras que el conjunto se abraza al pulso gracias a una correa de aligátor de piel marrón patinada, la pieza es única, irrepetible, y se entregará en un estuche de colección.