La crisis del cuarzo, etiquetada así por los fabricantes suizos de relojería. Pero se trata –también– de una de las grandes revoluciones de la industria.
Es un fenómeno y avance tecnológico que permitió globalizar la venta de este tipo de instrumentos de precisión, pero que también causó estragos a quienes no contaron con la capacidad de reacción para adaptarse. Una de sus principales consecuencias fue la disminución real en la industria relojera tradicional, principalmente helvética.
Antes que el cuarzo: Bulova Accutron
A principios de los 50 la compañía Elgin Watch Company de Estados Unidos y Lip of France presentaron un reloj electromecánico. Que era alimentado por una batería y que sentó la base para que Hamilton lanzara su modelo 500. De ello nació la idea de Accutron, producto de la visión de Max Hetzel, un suizo que presentó un reloj de pulsera electrónico que utilizaba un diapasón con carga eléctrica, que lo hacía vibrar a 360 Hz y que alimentaba las manecillas del reloj a través de un tren de engranaje.
¿Quién inventó el reloj de cuarzo?
En 1928 fue descubierto por Bell Labs, pero eran utilizados para laboratorios debido a su gran dimensión.
El fenómeno fue encabezado por la potencia de las marcas japonesas como: Seiko, Citizen y Casio, pero también americanas como Hamilton y Bulova, quienes desarrollaron la tecnología y se convirtieron en una competencia real. Comúnmente se le engloba dentro de la Revolución Digital Mundial, conocida como tercera revolución industrial, que inició hacia la década de los 60.
Sabías que: Suiza controlaba el 50% de la producción, exportación y comercialización total de relojes previo a la década de los 70…
Astron de Seiko, el primer «golpe»
Presentado en diciembre de 1969, el día de Navidad, este primer reloj de pulsera dotado de batería y regulado por cuarzo, se convirtió en una Edición Limitada de 100 ejemplares con caja de oro. Sin embargo no era económico, su visión era mostrar la tecnología y precisión; contaba con un oscilador a frecuencia de 8 mil 192 Hz con precisión de 5 segundos de desviación diaria.
La ola del cuarzo
Este primer intento determinó el lanzamiento de relojes de cuarzo por parte de algunas marcas relojeras suizas y asiáticas en Baselworld 1970. Sin embargo, no fue sino hasta 1972 cuando la revolución comenzó a tocar la industria y no fue un japonés, sino un estadounidense.
Hamilton Watch Co. fue fundado en Pensilvania, pese a que hoy es parte de Grupo Swatch, no era así en los 70. La marca de Lancaster presentó el Pulsar, un reloj con una pantalla led que se iluminaba para mostrar la hora de manera digital al presionar un botón en la caja. Esta pieza fue un éxito rotundo, aunque no era muy práctico de usar, fue regulado por cuarzo y no contaba con piezas móviles.
Años más tarde la industria comenzó a asociar el tiempo digital con la juventud, por lo que se requerían relojes análogos regulados por cuarzo. Y en ello fue protagonista Seiko, mucho más grande que Citizen y Casio en la época.
Hamilton Pulsar
En la década de los 70, Pulsar era una marca de American Hamilton Watch Company, ambos presentaron un reloj con pantalla digital LED electrónico, ofrecido por vez primera en 1972. Para 1975 se lanzó un Pulsar digital con calculadora integrada, mientras que en 1978 Pulsar fue adquirida por Seiko. Esta pieza fue parte de la franquicia del agente 007.
Japón vs Suiza vs Estados Unidos
Manufacturas de la talla de Patek Philippe, Longines y Omega buscaron desarrollar el primer reloj de cuarzo de fabricación suiza. Crearon el CEH (Centre Electronique Horloger) en 1962 con sede en Neuchâtel.
Hacia la segunda mitad de los 60 surgió Beta-1, utilizando un oscilador de cuarzo de 8192 Hz montado en un circuito integrado interno. Un año más tarde se produjo el Beta-2, estableciendo un nuevo récord de precisión durante el período de prueba de solo .0003 segundos de rate diario.
Mientras que Seiko presentó su Crystal Chronometer QC-951, un a pieza que se utilizó como respaldo en el maratón de los Juegos Olímpicos de Tokio 1964. Dos años más tarde se presentaron prototipos para la cronometría de competencia.
En resumen, el resultado
Seiko dio el primer gran golpe a la crisis del cuarzo en 1969 con su Astron, mientras que el movimiento Beta 21 de Ebauches SA fue utilizado por Omega en su Electroquartz y Hamilton trazó su propuesta con Pulsar.
La crisis del cuarzo se gestó por la falta de acción por parte de la relojería suiza. Quienes dudaron en adoptar la tecnología durante este momento y perdieron mercado, clientes y potencia internacional. En aquel entonces los productores suizos eran muchos más que a la fecha y no tuvieron la capacidad de mudar su producción para abrazar la tecnología.
Para 1978 la relojería de cuarzo superó sustancialmente a la «mecánica», hundiendo a la industria relojera suiza en una crisis económica y de innovación. Entre 1970 y 1983 el número de fabricantes de relojería suiza pasó de mil 600 a 600, con una caída en empleos de 90 mil a 28 mil totales.
1983 – Nicolas Hayek y Swatch Group
Anterior a la crisis del cuarzo la potencia relojera de Suiza se dividía en los grupos ASUAG y SSIH, encabezados por Longines y Omega respectivamente. Se fusionaron para formar SMH que fue la predecesora de Swatch Group, encabezada por Nicolas G. Hayek.
La marca Swatch nació en 1983 y presentó lo que nadie a la fecha: facilidad de producción, eficiencia en los procesos, creatividad e innovación. El concepto fue que esta marca se convertiría en tu segundo reloj, second watch, a fin de ofrecer una propuesta mucho más juvenil y casual. La accesibilidad para el mundo entero determinó un hit estratosférico, pues nació con una caja de plástico y con 51 piezas móviles. Su rentabilidad fue tal que logró vender 2.5 millones de relojes en menos de dos años y con el tiempo adquirió otras marcas internacionales como Blancpain, Breguet, Glashütte Original y hasta Harry Winston.
Relojería mecánica, la potencia de la industria
El visionario Hayek cambió la propuesta de calidad por el sello Swiss Made, generando algo así como un sello de calidad «Denominación de Origen». La marca Swiss Made debe de cumplir con diferentes criterios. Y por ello elevó la apreciación por la relojería mecánica tradicional.
Marcas como Patek Philippe, Breguet, Vacheron Constantin, Audemars Piguet y Rolex son sinónimo de estatus, y a partir de ello el valor incrementado de sus piezas, sus complicaciones e innovaciones mecánicas, son apreciadas como un arte.
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Visita: Fondation de la Haute Horlogerie.