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Blancpain: la tradición de innovar


 |  5 mayo, 2015

Blancpain¿Podemos hacer una complicación aún más delgada?, ¿la reserva de marcha puede elevarse sustancialmente?, ¿cómo llevar a otra dimensión la complejidad de un mecanismo? Precisamente en respuesta a cuestionamientos como éstos es que Blancpain funda su tradición de innovar, misma que consiste en nunca detenerse a fin de cruzar la siguiente frontera con creatividad y fomentar continuamente sus valores.

Gracias a esta filosofía, Blancpain, fundada en 1735, ha podido ser creadora de: el primer reloj automático de correa, el primer reloj moderno de buceo con el Fifty Fathoms, la primera en idear el mecanismo mecánico redondo más pequeño, el primer calendario con fase de Luna más pequeño en la industria, así como el cronógrafo, el tourbillon, el “split-seconds”, el repetidor de minutos y el calendario perpetuo más delgados en la historia en la relojería. Logra asimismo en 1991 el reloj automático para pulso más complicado de producir. Pensando siempre en innovar, también tiene entre sus logros el primer reloj de pulso con ecuación del tiempo marchante y hasta el calendario perpetuo más delgado. Este año, le conocimos el primer reloj de pulso con calendario chino tradicional y con calendario gregoriano, una complejidad muy elevada en un mecanismo histórico.

Alta manufactura suiza

¿Pero cómo se consigue esto? De entrada, no es fruto de un plan de negocios, una tendencia de mercado o simplemente de un deseo, sino de 278 años de rica historia, a lo largo de los cuales se han formado los principales relojeros de cada generación, así como el motor de la creatividad e innovación. Es una Manufactura que se esfuerza en todo el proceso de creación, para así estar a la altura de las exigencias de los relojeros que consideran su trabajo dentro de Blancpain como la coronación de su carrera de muchos años.

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Sólo entrando a la Manufactura en Le Brassus, a una hora y media de Ginebra, es posible comprender parte de su trabajo. Mientras un reloj inicia su vida en el ensamble final, otro se encuentra en el primer trazo. Un lugar muy especial, donde el silencio nos hace sentir el tiempo como en ningún otro espacio, ya que la insonorización parece estar hecha para escuchar el “ding-dong” de los repetidores de minutos. Desde afuera el edificio hace honor a la tradición, pero detrás de la primera puerta, la innovación salta a la vista a través del mobiliario, los colores y las texturas. Para visitarlo, es preciso recorrer un laberinto formado de escaleras y distintas áreas de producción.

Es impresionante ver el metal virgen en tiras de distintos grosores, en las cuales caben ya sea la platina completa o una pequeña parte del mecanismo. Asimismo, asombra disfrutar el simple tacto de metales preciosos ubicados en anaqueles que destacan por su capacidad de carga en kilos, pues aunque parecen pequeños rollos, en realidad su peso no se puede calcular a simple vista, es preciso sopesarlos para comprobar su densidad. Asombra también la capacidad de producción de las prensas y dados almacenados de incontables números de partes modernas e históricas. Las máquinas de corte en rollo intervienen en los primeros cortes de metal para darles su forma final. Con frecuencia habrá que cortar una misma pieza de metal hasta 12 veces con objeto de lograr una pieza y empezar a trabajarla a mano. Precisión, aceites y pulidos iniciales en albercas de cerámica, son los primeros pasos para manejar el metal y resulta singular el reciclaje de absolutamente todo el material que no se ocupará. Es así como las manos de los relojeros y expertos pulidores consiguen la máxima calidad. Por ejemplo, un metal se lavará 18 veces en su trayecto desde que está en rollo hasta su incorporación a un mecanismo.

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El factor humano

El metal llega a las estaciones de trabajo de relojeros expertos, donde en cada espacio se ven planos impresos, varios de ellos destinados a dimensionar una sola pieza. El pulido de cada pieza, el ensamble de sus mecanismos y el esfuerzo por ofrecer el mejor producto, forman parte de la labor de la Manufactura que provee de partes para los mecanismos más complicados.

Situada en el Valleé de Joux, el corazón de la alta relojería en Suiza, el entorno es de gruesas capas de nieve en invierno y verdes campos en verano, una combinación que permite a los relojeros dedicarse a su labor sin distracciones.

Complicaciones, las manos del tiempo

Blancpain realiza desde piezas hasta personalización de relojes, y desde los relojes más accesibles de la casa, hasta los repetidores de minutos. Nos tocó ver grabar una masa oscilante en un auto de la serie Blancpain Endurance, lo que implica lo máximo de la personalización.

Un reloj puede estar en las manos de un relojero un par de semanas o un año, dependiendo de su complejidad. Recuerde que los repetidores de minutos son un área donde Blancpain es experto.

Es sorprendente ver cómo se pule un metal con la madera de un árbol que sólo crece en esta región, cómo tallan cada pieza y la manera en que la mano poco a poco ensambla un gran reloj complicación para luego verlo trabajar.

Para entender el proceso en su totalidad, es preciso usar el microscopio y a través de él, observar cómo luego de horas y horas de trabajo, un metal virgen se transforma en una pieza que late, marca el tiempo, es exacta, innovadora, entrega precisión y la más alta calidad. Por ello, llevar un Blancpain en la muñeca no significa sólo portar un reloj, sino una pequeña parte de la historia relojera que la humanidad ha conservado y nutrido.

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El ding-dong

En el salón de las altas complicaciones, encontramos a unos seis relojeros expertos ensamblando mecanismos complejos, pero también trabajando en relojes que llegan a reparación o servicio. Estos relojeros conocen su reloj a la perfección y son capaces de reconocerlo cuando vuelve a su taller. El ensamble de un repetición de minutos les lleva un día y a cualquier reloj que llegue a servicio tendrán que someterlo a pruebas exhaustivas antes de regresarlo al cliente. Este fenómeno es singular, pues a la vez que aprenden de las piezas nuevas, las que llegan a servicio presentan retos que les permiten conocer más sobre sus mecanismos. Por otra parte, la comunicación entre estos relojeros es muy efectiva, pues se orienta a nutrir su inventiva, y aunque aparentemente no hablan entre sí cuando están ocupados con una pieza, siempre buscan soluciones en equipo.

Blancpain sin duda es de las raras Manufacturas en las que un relojero puede recibir las piezas a ensamblar, pasar semanas dedicado a unirlas, regularlas y ponerlas a trabajar y a la vez, estar involucrado en el servicio postventa. Y es que un repetidor de minutos requiere manos expertas, experiencia y maestría para perfeccionar la técnica.

Cuando compre un Blancpain se dará cuenta de adquiere una pieza con una riqueza relojera cargada de la tradición de innovar, hecha con invaluable dedicación y experiencia. Es así como es posible comprender el papel de Blancpain en la historia de la relojería. En buena hora los tenemos a la venta en México.

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ESCRITO POR

Comunicóloga especializada en medios impresos y electrónicos. Escribir me apasiona tanto como la alta relojería con su preciso y encantador tic-tac.



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